Algunas investigaciones demuestran que practicar escalada ayuda a niños y adolescentes a desarrollar facultades psicomotrices básicas para la vida:
Cognitivas: sensibilidad, percepción, asociación (formas, tamaños, colores), memoria, atención, imaginación y lenguaje.
Motrices: equilibrio, lateralidad, conductas perceptivo-motrices (organización, localización, estructuración espacio-temporal y ritmo).
Sociales y afectivas: toma de conciencia de sí mismo (límites, sentimientos y emociones, frustraciones, seguridad-inseguridad y diferencias), de lo que lo rodea (espacio, tiempo y objetos) y de los demás (relaciones, diferencias, intercambios, lenguaje afectivo).
Cognitivas: sensibilidad, percepción, asociación (formas, tamaños, colores), memoria, atención, imaginación y lenguaje.
Motrices: equilibrio, lateralidad, conductas perceptivo-motrices (organización, localización, estructuración espacio-temporal y ritmo).
Sociales y afectivas: toma de conciencia de sí mismo (límites, sentimientos y emociones, frustraciones, seguridad-inseguridad y diferencias), de lo que lo rodea (espacio, tiempo y objetos) y de los demás (relaciones, diferencias, intercambios, lenguaje afectivo).
A cualquier edad se pueden implementar actividades que le permitan a los niños y adolescentes relacionarse activamente con su medio ambiente, según sus capacidades:
De 4 años en adelante: pueden realizar actividades de alta seguridad y bajo impacto como tirar de cuerdas o usar muros inflables con agarres.
Desde los 6 años: como la musculatura está más definida, se puede subir un muro de escalada o una pared artificial con un entrenador que guíe sus movimientos.
A partir de los 11 años: debido a su constitución física y psicológica pueden escalar, a mayor altura, en rocas y en ambientes naturales.
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